ELLAS LAS SIN EMPLEO

07/09/2011 - 12:00 am

I

Karen

Es tarde. Hay lluvia pertinaz. No estamos de viaje. Cerca de nosotros, no se presiente ninguna situación de riesgo. Esta atmósfera es tranquila. Pero los corazones se han quedado inmóviles. Parados por la sorpresa. Alguien en la sala acaba de decir que hace tiempo interrumpió un embarazo. Por voluntad. Por conciencia. Por miedo. Por ese miedo que se siente cuando falta el dinero. Todo ocurrió en 2009, el año de la crisis mundial.

Ese alguien estaba desempleada.

Ese alguien es una comunicóloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana y tiene una maestría en Antropología Social por la Universidad Nacional Autónoma de México, además de una estancia de investigación en una universidad de Barcelona, España. Su currículum lo ha construido con la combinación de las dos áreas.

Cuando dijo lo que dijo usó un tono suave. Vio a la diminuta cámara de video como si quisiera enviarle un mensaje al futuro. Completó que en su decisión no encontró instancias de acompañamiento y entonces, hubo que atravesar el pasaje en soledad.

–¿Crees que la maternidad es compatible con el mercado laboral?–, se le preguntó ante su generosidad para ser entrevistada para un reportaje de desempleo.

Fue cuando los corazones se detuvieron. Continuamos, como si en realidad marcháramos en un tren. El viaje se volvió inquieto, sin pausas, en algunos puntos se instaló la esperanza. Luego, el reflejo de una guerrera.

En 2011, Karen ha llegado de nuevo al paraje del desempleo. En él, han ocurrido eventos inimaginables. Tocó las puertas de la casa paternal. Ella, que apenas había ingresado a la universidad se fue a vivir de manera independiente. Para mantenerse, trabajó como mesera. La Casa del Pan en Cuicuilco fue un hábitat mientras cursaba la licenciatura. Acaso ese ímpetu que lleva en el cuerpo la convirtió en gerente de empleados en otro café. Ahí tuvo veinte personas a cargo. Lo que siguió fue crecer en el ámbito profesional: editó un suplemento de equidad de género para un periódico de circulación nacional, obtuvo el postgrado por la UNAM, vivió una estancia de investigación en el extranjero y trabajó en una dependencia de gobierno cuyo objetivo es erradicar la violencia. Pero los parteaguas llegan. Y las paradojas. Hoy, sin un empleo formal, se mantiene ocupada en proyectos independientes dirigidos a la ayuda social. Sin parar.

Karen

Edad: 36 años.

 

Karen es un rostro entre un millón. El millón de mujeres desempleadas que reconoce la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) como cifra récord de desocupación femenina en la historia del país.

Ese número fue alcanzado en junio de 2009 –el año de la crisis mundial financiera- cuando la marca más dramática para las mujeres se había registrado en agosto de 1995 –el año posterior al llamado error de diciembre– con 946 mil 975 desocupadas, de acuerdo con la misma encuesta, en ese entonces llamada Nacional de Empleo (ENE).

Desde 2009, la sombra no ha cedido. La tasa femenina pasó de 4.75% en junio de 2010 a 5.69% en el mismo mes de este año. A nivel nacional el desempleo no ha bajado, pero los hombres vieron una leve mejoría cuando su 5.66% en julio de 2010 se transformó en 5.50% en igual mes de 2011.

Para Mónica Orozco, directora general de Evaluación y Desarrollo Estadístico del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), las cifras tienen una explicación. “La mayoría de las mujeres está trabajando en el sector de servicios. Es ahí donde se concentra la mayor proporción por actividad. Es prácticamente este sector el que está representando la mayor proproción de personas que se encuentran desempleadas y al tener más mujeres, la tasa femenina se dispara”.

Orozco complementa que las mujeres en el sector de servicios integran 43.5% de la PEA, en tanto que los hombres representan 30 por ciento. La siguiente rama de concentración de la actividad de mujeres con 35% es el sector de comercio.

 

II

Andrea

Esos ojos verdes la delatan: tiene ascendencia inglesa y es bilingüe por educación. Creció en un conjunto habitacional cerca de Ciudad Universitaria. Su abuelo –el periodista y escritor de origen español, Luis Suárez– llenaba la casa con invitados que discutían de política. Pero a Andrea, ese acaloramiento no le agradaba.

Desde niña, prefirió la paz como camino. Hoy, el asunto que la ocupa es la preservación de la vida. Nos ha dicho dos veces que lo aprendido en la escuela es útil, pero se nos ha olvidado la enseñanza de cómo mantener al mundo. El sol está puesto como un sombrero sobre la ciudad de México y le ilumina la piel blanquísima, a punto de la transparencia. Sus ojos verdes son como ese cuadro que Gustavo Adolfo Becquer anunció, describió con generosidad, pero jamás pintó.

Ella –la niña inglesa-mexicana que vivió parte de su adolescencia en Londres pero no logró adaptarse– ha ocupado la última década en prepararse en cómo preservar la naturaleza. Su último empleo formal lo tuvo en Chacahua, en el municipio de Santa María Tonameca, Oaxaca. Trabajó para la municipalidad. Se dedicó a enseñar sobre planes de sustentabilidad. Pero el trienio –lo que dura un gobierno municipal– concluyó. Ella regresó con sus dos hijos al Distrito Federal.

Algo sobrecoge. Su voz se vuelve de papel y se agolpa en el aire. Andrea ha empezado a contar que ha criado a dos hijos, que está sola, que tiene 37 años, y que la maternidad y su edad la han vuelto incompatible con el mercado laboral.

Y por eso se puso a hornear galletas y hacer traducciones. Así la han sorprendido muchas madrugadas. No es exageración, pero Andrea ha visto los amaneceres del sur de la ciudad de México, entregada al quehacer. Así han pasado cuatro años, los de su desempleo. Para vivir se basa en las redes familiares. Un poco de aquí, otro de allá. Pero el dinero no alcanza.

Como prueba de ello pone sobre la mesa a su cansancio. Y el tono de su voz. Resulta imposible no creerle. “O cuido a los niños o trabajo”. “Porque quién va a atender a dos niños que crecen, ¿quién los va a educar?”

Por otro lado están esos días. Los que los hijos no obedecen, y prefieren pasar la tarde ante la televisión. Y revuelven la casa. Al volver, está hecho el desastre. Y las emociones se cansan. Y la madre se siente muy triste. Pero siempre llega el amanecer. Andrea vuelve a sonreír. Piensa que todas las madres solteras tienen capacidad de restablecersese. Esos ojos verdes, que rara vez salen en el periódico, han vuelto a brillar.

Andrea

Edad: 37 años

 

El acceso al trabajo femenino aún tiene limitantes visibles y difíciles de deshacer. Mónica Orozco, del Inmujeres, admite que si bien la participación laboral se ha duplicado en la primera década de este siglo, aún está el obstáculo del número de horas que pueden dedicar al trabajo remunerado porque cargan con la responsabilidad del trabajo doméstico que integra el cuidado de niños, enfermos, ancianos o discapacitados.

De acuerdo con una cuenta satélite a nivel América Latina del INEGI, el cuidado doméstico que realizan las mujeres equivale al 22.6% del PIB.

Madres o no, con carga doméstica o no, las mujeres que carecen de empleo no son las pobres de las pobres, ni las que desde que nacieron vieron negada la oportunidad de la preparación. En el grupo de desempleadas, las de primara incompleta representan el 5.46 por ciento. Las que sólo tienen primaria, son el 14 por ciento. La mayoría tiene licenciatura y postgrados, o están altamente preparadas en sus áreas. En junio, 25% de los desocupados no completó estudios de secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron a 75%. De ese grupo, el 40% está conformado por mujeres.

Es un fenómeno que no sólo lo vive México. En la zona euro entre abril de 2010 y el mismo mes de 2011, el desempleo femenino disminuyó solo una décima al situarse en 10.2%, mientras que en la Unión Europea pasó de 9.6 a 9.5 por ciento. Entre los hombres se redujo de 10% al 9.6% en la zona de moneda única y en la UE de 9.8 a 9.3 por ciento.

El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, Daniel Casez Menache, autor de los estudios “Los hombres ante la misoginia” y “La inequidad de género en la UNAM” dice que si las tasas femeninas son más altas que las masculinas, es por “la marginación histórica de las mujeres en cualquier sociedad. “Esta es una característica estructural de las sociedades patriarcales. El mundo está conformado en un sistema de relaciones de hombres y mujeres. Y los hombres son los que ocupan los trabajos”, dice Casez.

 

III

Tania

En su caso, Tania ha rechazado ofertas de trabajo. En su caso, los porqués para rechazar esas

ofertas de trabajo son varios. En su caso, todos esos porqués se parecen. Algunas veces, le pidieron ir a casas, otras tomarse fotos. En su caso –dice– “ya no hay confianza”.

“Y primero está el respeto”, lanza Tania .

Hace un mes egresó de la licenciatura de Comunicación en la UAM Xochimilco. Tiene un mes en búsqueda de empleo. No lo encuentra. Pese a sus pesares, en ella domina el ánimo. Quiere convertirse en difusora de proyectos musicales que carezcan de promoción. Nació y creció en el Distrito Federal. Aquí se enamoró de la música. Conoce bien los movimientos independientes de las bandas de rock.

Cuando piensa en la maternidad y el mercado laboral, responde a botepronto que ese no es un buen binomio. No se ve en los zapatos de una madre-profesionista o una profesionista-madre. Reflexiona en el tiempo que se requiere para ello y piensa que la oportunidad profesional puede ser menor. Alguien cercano –en casa– está en esa situación. Tania la reconoce, la admira, pero al tiempo no desea ese futuro.

Tania dice que las batallas feministas del pasado son un sostén. Para ella, hoy es más fácil construir la vida de mujer. “Las personas que dieron esa lucha (la feminista), hicieron lo que pudieron. Si la mayoría no se conformara, llegaríamos más lejos”, dice.

“Me llamo Tania y tengo un mes sin empleo. No he querido entrar porque hay un trato sexista”, empieza esta conversación. Luego habla de la desigualdad de género.

–¿Es un destino manifiesto?

Es la realidad –dice Tania. El peligro es que esto se convierta en destino.

 

Tania

Edad: 24 años.

 

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